miércoles, 25 de mayo de 2011

Crónicas urbanas

Al microcentro comienzo a transitarlo desde las primeras horas en la mañana, en el que el cielo está oscuro y la luz sólo proviene de los faroles. A estas horas, en la calle se puede apreciar un número muy reducido de personas y movimiento, encuentro vendedores de diario, conserjes limpiando la vereda, y oficinistas que madrugan para llegar a tiempo a su empleo.

Con el correr de las horas, es un abismo de diferencias. El tumulto de personas, autos, colectivos, y ruidos tan característicos de esta zona comienzan a aparecer…
Ya en el mediodía la gente se multiplica y se vuelve a multiplicar, los hay de todas las edades, trabajos, formas de vestir, colegios, peinados, país de origen, etc.
Con tal cantidad de personas la ciudad se vuelve un lugar sucio con mucha contaminación sonora y ambiental, los pocos días en el que el Microcentro está en paz es domingos y feriados…

Aunque todo esto no me gusta, hay muchas cosas que me gustan de vivir en él. Lo más importante es la comodidad en el viajar, ya que todo me queda cerca, además de tener todos los transportes al alcance de la mano.
Además de su hermosura edilicia, la cantidad de museos y plazas que se pueden visitar, hasta la gran variedad de actividades culturales.

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